La Plataforma en Defensa da Ría de Arousa (PDRA) se reúne hoy en el edificio Mexillón de Galicia para analizar las consecuencias jurídicas derivadas de la sentencia del Tribunal Supremo en la que se desestima el recurso presentado por Finsa y Foresa. O lo que es lo mismo, se avala el fallo del Tribunal Superior de Xusticia de Galicia que anula la licencia de los tanques de hidrocarburos de Ferrazo y determina la obligatoriedad de realizar un estudio de impacto ambiental previo.

Dichas sentencias, que cuestionan el almacenamiento de productos químicos e hidrocarburos en el puerto vilagarciano, representan la culminación de una década de lucha contra los polémicos tanques. La casualidad, el destino o la lentitud de la justicia y de la política han querido que estas decisiones judiciales se produzcan, precisamente, cuando se cumplen diez años desde los primeros movimientos sociales contra los depósitos.

Muy lejos quedan ya aquellos tiempos en los que personajes como Olimpio Castelo, Nito Dios, Xaquín Rubido y tantos otros empezaban a moverse para tratar de frenar la consolidación de los tanques. No lo consiguieron, pero mantienen su empeño. Diez años después muchos de aquellos que empezaron la lucha, y otros arousanos que se sumaron a ella poco a poco, siguen peleando para lograr el desmantelamiento de los depósitos, o al menos para que se prohiba el transporte de hidrocarburos por la ría.

En febrero de 1999, con el Instituto Armando Cotarelo Valledor como escenario, tanto vecinos como cofradías de pescadores, grupos ecologistas y representantes del sector mejillonero decidían crear una asociación, comisión o plataforma que se encargara de plantar cara a los tanques. Nacía la PDRA, que aspiraba a reunirse con el entonces presidente de la Autoridad Portuaria, Manuel Bouzas Moure, y a entrevistarse con el que era alcalde de Vilagarcía, Joaquín Javier Gago López, actualmente presidente del Puerto.

Se trataba de buscar apoyos, como los que la PDRA buscó a nivel político en el Parlamento de Galicia, logrando importantes compromisos y promesas, de todo tipo y de todos los colores, que como demuestra el paso del tiempo no se cumplieron todavía.

“Los depósitos de Finsa son ilegales”, denunciaban aquellos vecinos constituidos como Plataforma en Defensa da Ría de Arousa. “El almacenaje de derivados del petróleo en el Puerto causa alarma social”, añadían los detractores de los tanques en sus alegaciones.

Era abril de 1999 cuando una gran marcha popular tomaba Vilagarcía para reclamar que se desmantelaran los depósitos. Unos 15.000 vecinos de O Salnés y Barbanza, con apoyo de colectivos de Vigo y otros puntos de Galicia, protagonizaban una de las protestas más multitudinarias recordadas hasta entonces en Vilagarcía.

Pero aún quedaba mucho por ver, pues tanto el Concello como la Autoridad Portuaria seguían adelante, alegando siempre que los depósitos “se ajustan a la legalidad”.

Las protestas se extendieron a todos los ámbitos. Los jugadores del Céltiga (A Illa) saltaban al campo con una pancarta en contra de los depósitos. Incluso el entonces conselleiro de Pesca, el conservador Amancio Landín, admitía que la ubicación del parque de hidrocarburos no era la más adecuada.

En mayo de 1999 llegaba otra protesta, ésta por mar. Un millar de embarcaciones llegadas de diferentes puertos de la ría fondeaban frente a los depósitos y hacían sonar sus bocinas. “Ya es hora de que las autoridades comiencen a reaccionar”, indicaban en la PDRA tras una protesta que definían como “un hito en la historia de Arousa”.

Pero los tanques entraban en funcionamiento, lo cual era definido por sus detractores como “una provocación”, sobre todo porque pocos días después, el 5 de junio de 1999, se celebraba una nueva manifestación en la que más de 20.000 personas recorrían las calles vilagarcianas por una causa común: Demoler los depósitos.

Y así transcurría aquel año 1999 en el que una ría se movilizaba en contra de unas instalaciones que aún hoy siguen en pie y se mantienen como una de las preocupaciones fundamentales para los sectores productivos.

Después vendrían manifestaciones y protestas como las de enero de 2000, cuando los manifestantes contra los depósitos aislaban Vilagarcía durante horas, instalando barricadas de neumáticos, contenedores y fuego en puntos estratégicos de la red viaria.

Fue la “guerra de los pasamontañas”, donde se causaron importantes daños en el mobiliario urbano que sirvieron para abrir una batalla judicial paralela y, en cierto modo, desviar la atención sobre lo que era el motivo principal de alarma social.

Pero la PDRA pudo reconducir la situación, y a raíz de ello vendrían nuevas reuniones políticas, otra protesta por mar y, en definitiva, otros muchos frentes de presión y movilización para tratar de desmantelar los depósitos.

El mensaje que se mantiene

Hoy la Plataforma en Defensa da Ría insiste en lo mismo, anuncia una fiesta para reconocer el esfuerzo de todos los arousanos que lucharon contra los depósitos y reivindica una ley que proteja a la ría frente al tráfico de hidrocarburos... Hoy, diez años después del inicio de aquel movimiento social, la PDRA se felicita por la sentencia del Supremo, la cual “deja clara la ilegalidad del parque de almacenamiento de hidrocarburos y productos químicos de Ferrazo”.

Según Xaquín Rubido “es una victoria de todas las gentes de la ría que, independientemente de su color político, pusieron su grano de arena en este proceso contra la instalación de los depósitos”.

Se instalaron sin el preceptivo estudio de impacto ambiental, según la sentencia del Supremo, y esto supone, esgrime la PDRA, que “deben depurarse responsabilidades políticas por este error”, pero también implica que, ahora sí, “hay que proceder al desmantelamiento efectivo de los depósitos, estableciendo además una protección jurídica para toda la ría con el fin de que quede exenta de cualquier tráfico de hidrocarburos y que no esté a merced del político de turno”.

In memoriam

Hoy, diez años después, “es momento de celebrar el triunfo”. Pero es el momento, también, de acordarse de aquellos que desde el principio lucharon contra los depósitos y que, como Pepe Padín, ya no viven para festejar la “victoria” que para la PDRA representa la sentencia del Supremo.

Muchos recordarán aquellas protestas en las que todos eran más jóvenes y los problemas que Pepe Padín arrastraba en una pierna lo llevaron a sentarse en el coche de la megafonía para, micrófono en mano, arengar a los manifestantes que recorrían Vilagarcía. Por eso suya es también esta victoria, “de la que toda la ría debe sentirse orgullosa”, indicaba ayer Xaquín Rubido.