Llegó el solsticio de verano y Panxón volvió a reunir a una multitud alrededor de sus tradicionales hogueras de San Xoán en la noche más corta e intensa del año. Más de veinte mil personas acudieron fieles a la cita con las llamas purificadoras y aprovecharon la velada para espantar "meigallos" y malos augurios y divertirse hasta el amanecer. Un ritual que se repite cada madrugada del 24 de junio con el mismo patrón, aunque también con pasiones renovadas.

Unos por cumplir con la costumbre ancestral de recibir el verano quemando sus peores momentos al calor de las llamas. Otros por disfrutar de una noche de ilusión y reencuentros con las todas sus vacaciones por delante. Pero todos animados por una fiesta que nunca defrauda.

Las dos enormes piras a pie de mar convirtieron una vez más al arenal nigranense en el epicentro festivo de la provincia. Almas de todas las edades, locales y procedentes de todo el territorio gallego, invadieron la playa desde la tarde. Servicios especiales de autobuses y cientos de vehículos particulares las trajeron en masa.

Como manda el "sentidiño", lo primero era tomar fuerzas para una larga madrugada y preparar el organismo para los posteriores brindis. Sardinas asadas, pan de maíz, churrasco y "choripán" colmaron apetitos mientras la música de la verbena llamaba a los primeros bailes y las atracciones de feria sacudían los cuerpos, preparados así los más valientes para brincar luego sobre las brasas.

Según se acercaba la medianoche, todos tomaban posiciones. El público más familiar se quedó en la zona urbana, mientras que los más jóvenes se iban alejando cargados de bolsas de bebidas hacia Praia América, territorio reservado al botellón.

Todos bajo el control de un amplio dispositivo policial, integrado por treinta agentes locales nigranenses y llegados de otros municipios, otros tantos guardias civiles y una decena de policías autonómicos para garantizar la seguridad de la multitudinaria reunión y evitar daños al ecosistema dunar, protegido con vallas.

Los bomberos del GES Val Miñor se ocuparon de mantener a raya las hogueras y fogatas que inevitablemente se repartieron sobre la arena, mientras que un hospital de campaña y dos ambulancias medicalizadas se preparaban para atender heridas por cortes y peleas, además de las ya habituales indisposiciones por exceso de alcohol y otras sustancias.

Al cierre de esta edición, la noche marchaba con "normalidad", según las fuerzas de seguridad, pendientes de una larga madrugada. Los servicios de limpieza del Ayuntamiento, también reforzados para la ocasión, les darían el relevo al amanecer para dejar la playa y sus alrededores listos para una nueva jornada de ocio y diversión en la localidad, que hoy prevé continuar con unos festejos patronales que se prolongarán hasta mañana.