Acaba de publicar un libro sobre el Duque de Lerma, don Francisco de Sandoval y Rojas (1553-1625), que llegó a ser como valido de Felipe III el español más poderoso de su tiempo… y también la cabeza visible de una red de inmoralidad y corrupción que sembró nuestro Siglo de Oro. Pero esa lectura del ayer evoca el presente español.

-De aquellos polvos, ¿vinieron estos lodos?

-A veces nos asalta la duda sobre si la historia se repite. Tal cual, no. O sea, no de manera empírica, pero los comportamientos humanos, sí.

-Pues al leer su libro se siente una impresión muy cercana, como si hablara en presente...

-Pero yo hablo del Siglo de Oro. No sé si será mera coincidencia que a los momentos más corrompidos de nuestro ayer, han seguido otros de enorme desmoralización y descohesión colectiva. Usted sabrá si eso ocurre también hoy.

-La privanza del duque de Lerma estuvo caracterizada por el envilecimiento de la cosa pública y, al tiempo, la resignación del populacho. ¿No le parecen realidades de hoy?

-Salvando las distancias, es posible que la desmoralización en España tenga encendidas ciertas alertas. Yo creo que la aceptación de la corrupción es un estado cultural colectivo, como el victimismo antropológico; desgraciadamente, en España queda muy simpática e incluso la celebra como herencia de la picaresca española, con lo que no se hace sino alimentar la figura de los déspotas, de “perfectos ladrones” que incrementan su patrimonio, usando malas artes.

-¿Y con eso se extiende la descomposición moral?

-La corrupción genera un sistema de relaciones sociales propias, dentro del sistema político en que se viva: es un subsistema amoral. Ante el robo del de arriba, la descomposición moral baja peldaños hasta el más ínfimo funcionario pero también en la calle. El preferir percibir el paro a trabajar es un ejemplo. La corrupción ha creado en España grandes redes clientelares. Los partidos también parecen funcionar como cerradas redes.

-¿Sospecha usted que esto de la corrupción es inevitable?

-Algo tendrán los genes del Sapiens Sapiens porque ha estado siempre, a lo largo de la historia, al otro lado de la puerta entreabierta. Pero puede haber maneras de combatirla; en primer lugar, la calidad del dirigente, que ha de ser ejemplar.

-Nepotismo amiguismo, especulación urbanística, patrimonialización del poder.... todo eso dice usted del duque. ¿Fue un adelantado de su tiempo?

-El suyo era otro tiempo, sin democracia, sin separación de poderes, pero es fácil verlo así. También era muy inteligente.

-¿Precursor también de la ingeniería financiera?

-¿Lo dice usted, por ejemplo, por su capacidad para convertir una merced real sobre trigo de Sicilia en dinero para comprar un palacio, restaurarlo y venderlo por diez veces el importe real al mismo rey? Pues sí, es así. En esa operación nadie había puesto dinero pero el duque “hace caja”.

-¿Y un mago de la especulación inmobiliaria?

-Un listo. El traslado de la corte de Madrid a Valladolid en los primeros años del reinado de Felipe III se debió a la iniciativa de Lerma, que había adquirido numerosos terrenos en la capital vallisoletana.

-Tenía un sobrino y yerno gallego, también Grande de España: el conde de Lemos Pedro Fernández de Castro...

-Sí. El Lemos de Monforte es persona de transcendental importancia para la historia de España y clave para la monarquía de Felipe III. Un personaje excepcional que sabe vincular cultura y política en sus altas responsabilidades desde muy joven como presidente del Consejo de Indias, virrey de Nápoles (1610-1616) y presidente del Consejo Supremo de Italia.

-Son figuras coetáneas pero ¿no son contrapuestas por sus significados? Lema estacó por sus cualidades como estadista, como intelectual y mecenas...

-Son contrapuestos, es cierto, pero no olvidemos que fue Lerma quien le promocionó en sus cargos porque siempre quiso tener a familiares -era su sobrino- o amigos creando una zona de seguridad en su entorno.

-Que la etapa más luminosa de nuestras letras -no sé si de nuestro pensamiento- coincida con la de mayor corrupción, ¿puede tener alguna relación?

-No veo por qué no se va a dar la creación literaria en medio de este ambiente. Es una España en ebullición. El caso del conde de Lemos gallego es fascinante. Tuvo a su servicio a Lope de Vega, fue mecenas de Góngora, Cervantes... Era tiempo también de la Inquisición y ante su presión la inteligencia se va a la imaginación literaria más que a la razón.

-Así le dedican tantos versos al de Lema...

- “Puesto ya el pie en el estribo, con las ansias de la muerte, gran señor, ésta te escribo”. Hasta Cervantes le dedicó sus últimas letras. La gente de la literatura y de la cultura tuvieron y tienen sus dependencias financieras, incluso los historiadores, pero mejor dejemos eso.

-Del conde de Lemos hay estos días una exposición antológica en Monforte...

-Lo sé y me sabe fatal no haberla visitado todavía, dada la importancia que tuvo este hombre.

-Un escalón más abajo de los Grandes como el de Lemos estaba la nobleza terruña que representaba el Conde de Gondomar, amigo del de Lemos...

-El de Gondomar no era un cualquiera. Juntos consiguieron el voto para Galicia dentro de los reinos de España, por la que antes votaba Zamora. Quizás se le envió a Londres para que no molestara a terceros. La Corte era un avispero de intereses.