"La codicia es inherente al ser humano, la corrupción es algo cultural", dijo ayer en el Club FARO Alfredo Alvar, en su charla sobre "Corrupción y desmoralización en la España del Siglo de Oro: el Conde de Lerma". Según el historiador, que citó varios informes como el de Transparency Internacional, resultan desoladores los datos que se obtienen sobrela corrupción en España.

Alfredo Alvar, que fue presentado por el catedrático de Literatura Española de la Universidad de Vigo José Montero, hizo unas consideraciones previas a su charla sobre el Conde de Lerma, valido del rey Alonso XIII entre finales del siglo XVI y principios del XVII, sobre quien se declaró "incapaz de comprenderle, salvo que fue un perfecto ladrón. Lo único positivo que destaco de su personalidad es que era un ser inteligentísimo" .

Autor en La Esfera de los Libros de "El Duque de Lerma", el investigador del CSIC, no sin ironía declaró que "cualquier parecido de sus referencias a esa etapa con la actualidad es mera coincidencia", para hablar después de la cleptocracia aunque, si la refería al Siglo de Oro, podría parecer perfectamente aplicable a la actualidad si bien dejó eso al parecer del oyente. "Es el poder de los ladrones. Frente a la corrupción que es la práctica consistente en utilizar las funciones y medios de las instituciones públicas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores, la cleptocracia sería un paso más porque consiste en montar un subsistema de corrupción, nepotismo, alteración de la justicia, malversación de fondos, el cambio del sentido del reconocimiento social de los méritos personales, etc., en beneficio de uno o de su grupo, manteniendo las estructuras del sistema".

Evitar errores

"Para no caer en fáciles errores –dijo–, hay que tener presente que la gran diferencia entre el ejercicio del poder en el Antiguo Régimen y en el mundo democrático es que entonces ese ejercicio era marcadamente patrimonialista. Hoy, sin embargo, en teoría al menos el ejercicio del poder es democrático. En puridad, un Estado democrático ha de mantener separados los tres poderes, el ejecutivo, el legislativo y el judicial... Pero hoy una acción típicamente cleptocrática es la que hacen muchas oligarquías nacionales, de imponer tributos o adueñarse de la gestión de los recursos de un país para apropiarse –como si fuera su patrimonio– de los beneficios que, obviamente no reinvierten allí, sino que los lavan, los sacan hacia paraísos fiscales con suma habilidad".

Tras estas reflexiones que le sirvieron de preámbulo pasó al objeto central de su charla, el Duque de Lerma o, lo que es igual, la corrupción instalada en el poder en la España del Siglo de Oro con su influencia como valido de Felipe III. Francisco de Sandoval y Rojas, más conocido como el Duque de Lerma, amasó en vida la mayor fortuna de su época y controló tal cantidad de poderes y dignidades que, según el autor, "terminó perdiendo el juicio por la codicia y la pasión por el poder". De este modo, se convirtió en el hombre más influyente de principios del siglo XVII, eclipsando la figura del rey Felipe III y descansando sobre la cima de un sistema devorado por la corrupción, que anunciaba, de forma clara, el ocaso del Imperio Español.

"No sé si decir que Lerma robó. –opina Alvar–. No sé si se puede decir técnica y exactamente que robó. Pero de que supo convertir en oro –o plata- casi todo, no cabe duda. Y lo hizo desde el poder, aprovechándose de su posición de hombre público" ..Alvar se extendió en múltiples matices de esta historia de la vida de uno de los Grandes de España, que acumuló incontables cargos, algunos inventados por él mismo para controlar todos sus movimientos y aparecer en todas las crónicas o descripciones que se pudieran hacer sobre el monarca. "A ello añadió –explicó– la creación de una zona de seguridad ocupada por sus familiares o gentes hechas a su imagen".