Un siglo de dedicación a la enseñanza

Arrancó a raíz de que el entonces presidente del Gobierno Antonio Montero Ríos promoviese la construcción de la iglesia de Placeres en 1888. "Muy cerca de esa, erigió un Pabellón de Invitados", recuerdan los responsables del centro.

El pabellón estaba ubicado en un pinar frente a la ría y en él se alojaban lo numerosos invitados del político, cuya residencia de verano se encontraban en Lourizán. "Con el paso de los años, esta construcción se convertiría en el Gran Hotel de Baños de Mar de Los Placeres", añaden las mismas fuentes, que recuerdan que tras la muerte de Montero Ríos su hijo, Avelino Montero Ríos, propuso donar parte de la propiedad a las monjas del Sagrado Corazón, con las que se había educado su madre, para que en el centro pudiesen ser instruidas las hijas de los pescadores de la comarca.

La escritura de donación se firmó en febrero de 1918 y en la misma se estipulaba que las niñas de la parroquia recibirían allí "educación y alimento" y que la patrona de la casa debería de ser la Virgen de Lourdes. Las monjas iniciaron su labor en Placeres ese mismo año pero la grave epidemia de la llamada gripe española retrasó la apertura del internado hasta enero de 1919.

"Una vez comenzado su actividad como centro educativo, pronto se vieron las necesidades de agrandar el edificio con una nueva ala", indican los portavoces del centro. Poco después se levantarían la capilla y un pabellón para sala de estudios y dormitorios, entre otras instalaciones. Los terrenos que ocupa actualmente el colegio Sagrado Corazón de Placeres se ampliaron en una nueva fase con otra donación, en este caso, de Dolores Montero Ríos y desde ese momento el centro formó a decenas de generaciones, una tradición a punto de ser centenaria que continúa con los 700 alumnos que hoy ocupan sus aulas.