Amigos, coleccionistas y admiradores procedentes de la política, el arte, la arquitectura o el periodismo acompañan a Álex Vázquez en su nueva exposición “Escoitando medra-la herba”, que abrirá sus puertas mañana en el centro social Caixanova en Vigo. La muestra presenta una nueva faceta del pintor: su mirada sobre los paisajes agrestes tras años en los que se había detenido en la visión de lo urbano o la contemplación del mar. En el catálogo son muchos los que destacan la sencillez de su obra, su belleza serena y sus trazos, y entre ellos el poeta Carlos Oroza: Su cabeza es un templo de color de extrañas magnitudes/ La unidad infinita de su cifra es el cero/ y el mar según los últimos acontecimientos era una circunstancia/ Y nosotros nos hallábamos enredados en los humos formando en la memoria la estatuaria del tiempo.

—Desde la presidenta del Parlamento a su hija, el arquitecto César Portela o el biólogo Pedro Mansilla...Casi todos sus amigos y compañeros de viaje en esta exposición aluden en el catálogo a su sensibilidad. Corren malos tiempos para ella

—Sí (risas), la verdad es que es estamos en un momento difícil y así nos va, pero bueno.

—¿También está en crisis el arte o los artistas siempre están en crisis?

—Si se refiere a si se ve afectado la salida de su trabajo, como en cualquier actividad, una incidencia como en cualquier otro sector, pero eso en realidad es un añadido a nuestra actividad: si pintas es por pura sensibilidad no por ganar dinero, no es la principal motivación.

—Por eso la pregunta de si en ustedes la crisis es un estado natural.

—Claro, nuestra crisis es la de pintar, para un artista es una necesidad casi fisiológica, la de expresarse, me es necesario pintar en muchos momentos.

—“Escoitando mirar a herba”, el título de la exposición. ¿Qué se aprende en este periplo de escuchar a la naturaleza y qué ha aprendido con esta muestra?

—Se aprende a apreciar más el paisaje, a aislarlo, en esta exposición lo que he pretendido es recrear un paisaje cargado de silencios, evitando referencias humanas, referencias físicas como construcciones que interfieran, es el paisaje limpio en estado natural, es lo que he pretendido recrear.

—¿Pintar la naturaleza es una guerra perdida de antemano o un reto muy gratificante?

—Es muy gratificante en ciertos momentos y sabiendo aislarse, es decir hay que buscar ese paisaje, antes te salía al encuentro y ahora no, ahora tienes que buscarlo pero aún existe y ese paisaje limpio y sin apenas intervención humana a veces se encuentra y cuando logras encontrarlo es muy gratificante.

—¿Qué arte le gusta hoy a Álex Vázquez?

—Me gusta todo tipo de arte ¡Qué le voy a contar yo! Pero en mí sigue habiendo una carga impresionista muy importante, para mi el impresionismo fue el movimiento fundamental, renovador total de lo que se hacía hasta esa época, y supuso el arranque de toda la pintura moderna. Y yo circulo por ahí: valoro mucho la luz, el color, el movimiento y trato de caminar bajo esas premisas.

—Con los años ¿se ha construído una pauta, trabaja todos los días con horarios, programas, o se deja llevar por temporadas de trabajo?

- No, yo trabajo todos los días y no hay tongo porque la pintura es como cualquier cosa, si lo dejas un tiempo te cuesta arrancar, como andar en bicicleta, si dejas un par de años te cuesta volver aunque después recuperes pronto, pero siempre es importante no perder el oficio, no perder mano y que la mano se vaya automáticamente: no tener que pensar en una mezcla de color o qué color elegir, no, que la mano esté pintando por un lado y el coco por otro.

—¿Qué obra presenta en la exposición?

—Es obra de los dos últimos años, presento cerca de 50 cuadros, sobre todo paisajes y únicamente hay una marina, son paisajes de árboles y sin ninguna referencia humana, un paisaje limpio.

—Tras varios años en los que ha prestado una especial atención al mar y al paisaje urbano, vuelve la vista al paisaje abierto

Tiene una explicación: hace un par de años hice una exposición dedicada al mundo de la camelia, recreaba una serie de paisajes relacionados con esa flor, la hice de la mano de Carmen Salinero, en colaboración con la Diputación, y esta exposición quizás sea una consecuencia de ese primer contacto, me enfoco al paisaje no evolucionado y seguí por ese camino porque me gustó mucho.