Opinión | Crónica Política

Empezar mal

Resulta difícil de entender que alguien en el estreno de su cargo –cargo muy importante, de responsabilidad plenamente gallega– pueda cometer lo que, desde una opinión personal y sin ánimo de ser irrespetuoso, supone un error tan grave de considerar al ADN gallego el origen de la desgraciadamente habitual epidemia anual de fuegos forestales. Y eso, precisamente, parece lo que ha dicho la nueva responsable del mundo rural gallego, que se extiende también a los campos agroalimentario e industrial.

Es cierto, desde luego, que lo que ha dicho su señoría ha podido entenderse mal, ser resultado de una mala explicación o simplemente descuido. Es muy poco probable que, como es habitual, pueda imputarse la reacción de muchos a una mala interpretación de los medios de comunicación; ni todos los que dieron cuenta de ella pueden equivocarse a la vez ni mucho menos incurrir en una conjunta manipulación. Esta reflexión no es una defensa del oficio: por desgracia quienes interpretan a los media suelen equivocarse y no siempre para bien de la realidad. Eso, la mala intención, es propio sólo de unos pocos.

Ahora bien, por si fue descuido, resulta inevitable una reflexión acerca de lo poco afortunada que fue la frase, porque hablar de algo tan genético como el ADN como si fuera causa directa de un mal como los incendios está fuera de lugar. Y a eso se le llamaría en cualquier parte “empezar mal” un período de mando. Aquí, en Galicia, aún suena peor porque da la impresión de que el fuego en el monte es una enfermedad heredada y eso no es cierto. Sí lo es que los incendios tienen que ver con malintencionados o perturbados, pero este argumento conviene ampliarlo.

Sin la menor duda, este número de fuegos es en su mayoría intencionado. Pero también lo es que –en la práctica– la dificultad para identificar de forma suficiente a los incendiarios resulta extremadamente complicada y por tanto en ningún caso puede considerarse como una “herencia”. Sí, en cambio, habla de posibles defectos en la cobertura de prevención contra esos episodios. Y evidencia lo insuficiente de la concepción penal de esos hechos, como se demuestra en los escasos castigos que una norma benevolente casi equivale a dejar impunes.

Lo escrito, si tuviera que resumirse en una moraleja, sería que “todos tendrían que hacérselo mirar”. O sea, la ley, y el poder legislativo, el poder ejecutivo y el judicial. No se trata, como se ha dicho otras veces, de criticar por criticar, si no de reflexionar desde la lealtad acerca de un problema muy serio, que afecta al país entero. De ahí que, lo de “empezar mal” resulte por lo menos útil para quién ha de explicar sus opiniones a la sociedad gallega. Y por eso, precisamente, no se avisa si no que solamente se analiza.