Opinión | Con lo bien que iba todo

Santiago Romero

Villa Soyuz

Volvió hace poco del Espacio la nave Soyuz; escribo Espacio con mayúscula porque me refiero al inabarcable, al que contiene millones de estrellas , no al espacio que hay entre tú y yo o al escaso disponible en las plazas del parking.

No sé qué numero hace esta misión Soyuz recién retornada, ni qué es exactamente lo que van a hacer allá donde van, aunque estoy seguro de que conviene ver qué ocurre al hacer mayonesa a 400 kilómetros de altura o cómo se comportan las células cancerosas en ingravidez. Pues han vuelto después de dar tres mil y pico vueltas al mundo y recorrer millones de kilómetros. Las cien primeras vueltas deben de ser bastantes sorprendentes. Mira, por allí vivo yo. Anda, no es verdad que se vea la muralla china. ¡Qué azul es el mar en Bahamas, cuando volvamos me paso! Pero a la vuelta ciento uno la cosa empieza a cansar. Hay a quien le gusta viajar a sitios que ya conoce, para eliminar así la desagradable sensación de perderse algo, y fluir en la seguridad del que ha estado veinte veces en ese restaurante o en aquel mirador. Disfrutan llevándote allí, y tanto le gusta mostrártelo que hasta se diría que son los felices propietarios de tal playa o cual monumento. Lo cierto es que es cómodo dejarse llevar por el conocedor y saber que aciertas sin tener que leer las críticas en internet.

Al espacio ha ido suficiente número de astronautas como para que dejen sus impresiones en Tripadvisor y sepamos los demás a qué atenernos. Si vas a pasar una temporada en la estación espacial internacional, debes saber que no es todo lo confortable que se puede esperar de un sitio tan caro. La comida falla: poco ingrediente fresco y sabor a cena recalentada cuando llegas tarde a casa. De la limpieza no esperes gran cosa, que por allí pasa mucha gente, hay escasez de agua y es difícil barrer porque lo sucio flota en el aire. Las habitaciones son pequeñas y compartidas, si pides ventanuco las vistas son lo mejor. Hay pocas actividades dentro del resort, y las de fuera son escasas y arriesgadas, pero inolvidables: no perderse la del paseo espacial atado a un tubo. Lo peor: el bar. Yo no digo que aquello tenga que ser San Fermín, pero habrá que saber también qué pasa al tomarte allí una botella de rioja , porque si me vas a tener de vacaciones en el Cosmos 0% alcohol, prefiero quedarme en la Tierra, que conozco sitios donde ponen carne y pescado que también quitan el aire y están más cerca de casa por si hubiera que echar la siesta.

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