Hasta que se produzca el milagro de la ciencia infusa, que sin duda persiguen los investigadores, harán falta las aulas y las bibliotecas. Así ha sido desde que se inventó la escritura.

Viene al caso por la malhadada nueva de que Galicia es la autonomía que más bibliotecas ha perdido de España en el último cuatrienio. Mientras en el país se han creado 234 centros más, en Galicia han desaparecido 45, según el Instituto Nacional de Estadística. Había 550 y quedan 505.

Es el tipo de noticias que cabe interpretar con ironía. Por ejemplo, no faltará quien diga que las bibliotecas son prescindibles, porque las nuevas tecnologías permiten acceder a todas las informaciones.

Si hasta hace poco en cada casa había enciclopedias, y ahora nadie las compra porque sus contenidos están en la Wikipedia, del mismo modo también sobran las bibliotecas.

Con tales premisas se llega a la conclusión de que su disminución no significa un retroceso cultural sino que es la expresión de la contemporaneidad.

A la postre, con los nuevos inventos, como las google glass o gafas "inteligentes", los futuribles podrían ser el preludio de la ciencia infusa. Cuando los científicos consigan conectar el cerebro con los ordenadores ya no harán falta universidades, y mucho menos bibliotecas. Los profesores, en vez de enseñar, se dedicarán a investigar para acopiar conocimientos que transmitir a los cerebros.

En ese periodo de la historia humana desaparecerá la necesidad del esfuerzo y el mérito -se hará realidad el anuncio de aprender inglés sin esfuerzo-, porque será suficiente con conectar el cerebro al ordenador.

Sería la plasmación de lo que teoriza Platón en el mito de la caverna, cuando describe que los conocimientos que se perciben desde la cavidad se vuelven nítidos, una vez que el enclaustrado sale a la luz.

Pero hasta que se haga realidad la ficción, las bibliotecas, como templos del saber, son imprescindibles. Más aún, son el exponente de la dimensión cultural de las ciudades desde los tiempos de la Alejandría clásica, que todas las sociedades desarrolladas han tratado de imitar. De ahí que pueda haber grandes bibliotecas en pequeñas ciudades, pero no existe ninguna gran ciudad sin una gran biblioteca.

Es uno de los retos prioritarios de Vigo. Aunque reúne sobradas condiciones para ostentar la cualificación de gran ciudad cultural, no adquirirá ese rango mientras siga pendiente la construcción de su biblioteca central.

En Vigo nació el periódico decano de la prensa española, se imprimió el primer ejemplar de "Cantares Gallegos", vivieron y trabajaron Cunqueiro y Torrente, es la sede de la Fundación Penzol, el más completo centro de estudios gallegos y alberga la más amplia colección de pintura de Galicia. Son muestras de su dimensión cultural, pero le falta la biblioteca para consolidar el liderazgo gallego en ese ámbito.

Por si fueran pocos argumentos para que se agilice su construcción, sépase que aumentó el número de usuarios de bibliotecas el 18% en relación a hace cuatro años, incluido el tramo de niños (16%). Son datos incontrovertibles, y la clara demostración de la urgencia de la Biblioteca Central de Vigo.