Me escribe agobiada la joven periodista gallega Iara Mantiñán desde el campo de refugiados palestino de Yenin, ese en el que hace años se consumó una tragedia que dio la vuelta al mundo con su bombardeo por los israelíes y casi 1.500 muertos. Iara es una periodista independiente, no le paga nadie; ella se busca la vida y escribe su blog en Digital D, la revista on line del colega vigués Alfonso Armada. Y ella me escribe con rabia contenida una nota que me llega a primeras horas de la mañana del miércoles, que casi parece abatimiento cuando, horas después, la llamé por teléfono y oí su voz desde Yenin.

"Necesito tu ayuda. Es urgente. Como sabes estoy trabajando en el Freedom Theater, en el campo de refugiados de Jenin. Ayer de madrugada comandos del ejército israelí irrumpieron por sorpresa y se llevaron detenido a su director, Nabil al Raee, sin dar ninguna razón. Necesitamos que esto salga en los periódicos. Me da igual escribirlo yo desde mi experiencia o que me entrevistes tú u otro periodista, pero por favor, ¡TIENE QUE SALIR! Te mando un relato en el que explico cómo empecé a trabajar en el Freedon Theater, el teatro de Juliano Mer. y la historia terrible que tiene con su asesinato por ser activista"

Iara tiene demasiada raza, demasiada experiencia de la libertad como para encerrarse en la redacción de un periódico. Un día se planteó si viajar con su pluma como una nómada o volverse sedentaria entre familia y trabajo. Eligió lo primero, entre otras cosas porque aquí no hay trabajo. A sus 27 años ha vivido en Munich, en Londres, en Ciudad del Cabo (de donde surgió su libro Conociendo al Cape Coloured), en un kibbutz israelí y ahora en el lado contrario, un campo de refugiados palestino. Su correo del miércoles es el grito de impotencia de una periodista que ve como los derechos humanos y las libertades son conculcadas aquí y allá, y lo ve en vivo y en directo. Escribía cuando se acababan de llevar al director del conocido Freedom Theater, el que sustituyó a Mer, asesinado por creer en la reconciliación entre judíos y palestinos y por sentirse de ambos bandos aunque se pusiera del lado de los más oprimidos y viviera entre los refugiados palestinos.

El periodismo, como la realidad, es cada vez más multidimensional, poliédrico, complejo. Se puede escribir desde el compromiso con la verdad arrastrando el cuerpo por las miserias y grandezas de los países en conflicto o entre minorías oprimidas pero también se puede hacer un periodismo comprometido con lo humano o con la cultura sin salir del lugar donde has nacido. El mismo día que recibí el correo de Iara, justo después, me llegó otro de una periodista de su misma generación, o al menos eso supongo, en la veintena. Me hablaba de un tema más local pero lleno de sensibilidad y respeto por los "outsiders", los que no han querido vivir dentro de las directrices de lo convencional. Me dice Beatriz Hervés:

Me pongo en contacto contigo para conocer tu opinión sobre un proyecto y saber si podrías colaborar con él. Terminé periodismo hace tres años (aunque no ejerzo como tal) y hace aproximadamente un año hice un Máster en Creación, Desarrollo y Comercialización de contenidos audiovisuales. A raíz de ese Máster surgió la idea de escribir un documental sobre el mimo Nacho Otero, que vivía en Vigo. Tras conocer su muerte, me contaron bastantes aspectos peculiares de Nacho como persona y como artista. Yo no tuve la suerte de conocerle y pese a ser viguesa nunca le vi actuar, así que empecé a indagar sobre su persona y a recoger todo el material posible, comprobando que una gran parte de las publicaciones sobre él están en FARO con tu firma... Creo que su historia debe acercarse a la mayor gente posible...

Ya veis, dos periodistas de las últimas hornadas, dos profesionales en medio de una esclerosis laboral, dos jóvenes comprometidas con la verdad, una viajando por el mundo como "free lance" y la otra desde lo local. Pero ambas están en el mismo frente.