Vigo no es capital de provincia ni capital espiritual como Compostela. Es una ciudad que ha producido buenos y numerosos empresarios que han sacado buen partido de su magnífica situación portuaria. Como toda ciudad que se desarrolla contó con influyentes personalidades que supieron servir a Vigo desde diversos aspectos.

Un buen ejemplo es José Manuel García Barbón, un gran mecenas para Vigo. Había nacido en Verín en 1831, en una familia acomodada. Su tío Luciano había emigrado a Cuba, donde creó una de las grandes fortunas de la isla, y él fue a su encuentro. Con su ayuda, García Barbón supo manejar el mercantilismo y fundó su propio banco. Otro emigrante vigués afortunado con quien hizo allí amistad fue José Policarpo Sanz, logró también poseer una importante fortuna. García Barbón y su tío combinaron la banca con la filantropía, de hecho fueron los principales impulsores del Centro Gallego de La Habana y de la Sociedad Benéfica de los Naturales de Galicia.

Regresa a Galicia con una fortuna inmensa, se instala en Verín y allí promueve importantes empresas y actúa de benefactor impulsando escuelas, el ferrocarril y colaborando con la beneficencia. A pesar de eso, tuvo sus disgustos y decide instalarse en Vigo con una de sus hermanas y cuatro sobrinos. Se adaptó con mucha facilidad a Vigo y continuó con su obra social en una finca a la que llamó "Vista Alegre", por donde pasa hoy la calle que lleva su nombre; y empieza a dotar a la ciudad olívica de servicios que entiende son necesarios para el desarrollo de una ciudad importante. Creó la Escuela de Artes y Oficios y un Asilo dedicado al Niño Jesús de Praga, colaboró con la cultura comprando el Teatro Rosalía de Castro, que estaba abandonado y arregló para dedicarlo a fines culturales. Un incendio lo devastó un año después de su muerte y sus sobrinas hicieron honor a los deseos de su tío y levantaron el actual Teatro García Barbón, una de las joyas arquitectónicas de la ciudad del afamado arquitecto de Porriño Antonio Palacios.

Vigo, liberado de intrigas políticas, supo ganarse a hombres como García Barbón y a tantos otros que, de una manera ejemplar, estuvieron dispuestos a servir a la ciudad. Personas con visión de futuro, inteligencia, iniciativa y ganas de trabajar, sin las que Vigo no sería hoy el referente industrial y urbano que es. Ese es el reflejo en el que debemos mirarnos, el trabajo es el camino a seguir.