Siniestro en el mar

Las mil vidas de la ballena viguesa

El cetáceo, hallado este lunes, se transformará en biodiésel y combustible para cemento

Levantamiento de la ballena, ayer en Vigo.

Levantamiento de la ballena, ayer en Vigo. / Marta G. Brea

La ballena común localizada este lunes en aguas de Bouzas tenía entre tres y cuatro meses, pesaba seis toneladas y medía unos 10 metros de largo. Gozaba de buena salud, lo que evidencia que no se había separado de su madre, con la que viajaba desde el norte de África hasta el Ártico. Allí, en ese gélido océano, la concentración de alimento es mayor. Por este motivo las manadas de cetáceos se desplazan, una vez nacen sus crías en el trópico de cáncer. Entre esa larga travesía y la breve estancia que afrontan bajo el frío de los mares nórdicos, creciendo, pasa aproximadamente medio año. Cuando concluye ese tiempo, los pequeños ejemplares están listos para emprender la bajada sin sus progenitoras.

Esa ruta, como tantas otras, no las podrá realizar la Balaenoptera physalus que fue hallada en Vigo, trasladada al puerto de O Berbés por el buque de Salvamento Marítimo Salvamar Mirach, con base en Cangas, tras ser avistada por la embarcación Plátano. Pese a su robustez, la criatura contaba con las vértebras “totalmente destrozadas” por el impacto que sufrió contra una nave de grandes dimensiones. Esa es la hipótesis principal de los investigadores de la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma), que acudieron ayer a la dársena a la que se movió el cadáver para determinar las causas del fallecimiento.

En una necropsia al aire libre que fue atrayendo curiosos conforme pasaban las horas y la ciudad olívica se hacía eco de la noticia –la primera ballena que arriba a la urbe en la última década–, los científicos llevaron a cabo ipso facto todo tipo de extracciones, desmembrando el ejemplar para corroborar los motivos de su defunción, pero también con el propósito de recabar restos de piel, grasa y hasta trozos de órganos que sirvan como base para futuros estudios. De igual modo, cogieron algunos huesos para incorporar a su colección.

Las mil vidas de la ballena viguesa

Personal de la Cemma analiza el cetáceo. / Marta G. Brea

Para ello fue necesario una grúa gigantesca, que aprovechando la subida de la marea levantó el cuerpo y lo depositó en tierra, a escasos metros de la sede de la Cooperativa de Armadores del Puerto de Vigo (ARVI). Al rato de obtener las pruebas precisas, el cetáceo fue subido a un camión para ser transportado a la Gestora Subproductos de Galicia (Gesuga), localizada en el concello coruñés de Cerceda.

Fuentes de la planta explicaron en declaraciones a este periódico que esta clase de desechos forman parte de la “categoría uno”, por lo que se procesará con otros de idéntica modalidad. En concreto, la ballena viguesa se juntará con especies decomisadas –como almejas o marisco ya sin vida incautado a furtivos– y distintos animales muertos –la mayoría de los que llegan son vacas que han fallecido por enfermedades–. Todos ellos no son aptos para el consumo humano.

El cuerpo sin vida de una ballena aparece en Vigo

Marta G. Brea

Una vez se mezclen, los restos serán triturados y posteriormente tratados por medio de un proceso térmico “de esterilización y cocción”. A una temperatura de 130 grados, el objetivo es que se evapore el agua que contienen, que supone el 70% de los mismos. La sustancia sobrante, denominada chicharrón y compuesta por una mezcla deshidratada de carne y grasa, se dividirá en dos “circuitos” para producir aceite y harina.

En el caso del aceite, su fin será distribuirlo a refinerías para que puedan crear biodiésel. Respecto a la harina, puede ser utilizada como combustible en grandes hornos industriales para producir clínker, pieza clave en la elaboración del cemento y que se consigue mediante la fusión de una mezcla homogénea de materias primas, fundamentalmente caliza, arcilla o caolín... En otras palabras, la ballena se convertirá en energía.

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