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La Sociedad Española de Médicos de Urgencias revela que el 50% de los sanitarios sufren patologías como depresión o ansiedad

El congreso de urgencias reclama implantar una cadena integral de salud mental que implique a médicos, educación y ciudadanía

Sanitarias atienden a un paciente COVID-19 en un hospital durante la pandemia. KARINA FUENZALIDA

Fueron casi 100 los talleres y mesas redondas que ayer llenaron las instalaciones del Auditorio Mar de Vigo en la segunda jornada del XXXII Congreso Nacional de Medicina de Urgencias y Emergencias SEMES 2022. El de salud mental en Urgencias y Emergencias –que comenzaba a primera hora de la mañana y que se extendió hasta bien entrado el mediodía– fue uno de los que más interés suscitó entre los congresistas.

Los expertos tienen claro que patologías como la ansiedad, la depresión, o los intentos de suicidio son un problema de salud pública, cuya tendencia va en aumento, agravado especialmente por el impacto que la pandemia ha tenido sobre la población.

Pero no solo para los pacientes, sino también para los profesionales sanitarios, que se han visto afectados psicológicamente de manera muy preocupante. Los datos apuntan al personal de UCI, Urgencias y Emergencias, plantas de hospitalización médica, Atención Primaria y residencias, como los profesionales con más riesgo de afectación. Según un estudio publicado por la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), revela un aumento de más del 50 por ciento de la sintomatología de depresión, ansiedad y el insomnio.

El incremento de pacientes que llegan por Urgencias con estas dolencias ha provocado que los profesionales de este departamento crearan un grupo de trabajo conjunto para abordar esta problemática. “El grupo se creó ante el aumento tan significativo de pacientes que llegan por urgencias con diferentes síntomas como ansiedad o intentos de suicidio. Nosotros estabilizamos pero luego más allá del protocolo que se sigue, en la segunda fase de seguimiento, que claramente es insuficiente, es necesario implementar una cadena –similar a la que se practica en los casos de supervivencia con RCP– que implique formación y compromiso de todos los departamentos sanitarios, familia y educación –con asignaturas que recojan la salud mental como eje central– y la propia sociedad que también debe ser empática, y para ello, hay que aprender de estas patologías que están cada vez más cerca”, explica la doctora Iria Miguens, coordinadora de Salud Mental en SEMES.

Tiempo, la clave

La falta de tiempo, parar, “resetear” y priorizar lo importante son claves a la hora de mantener la salud mental a flote. “Si algo nos demostró el confinamiento es que parar es posible, pero también nos mostró que no sabemos qué hacer con el tiempo libre. Es necesario detectar problemas para que nos los detecten a nosotros. Y la formación es capital. En los más jóvenes donde la tasa de intento de suicidio vemos que aumenta preocupantemente, debemos saber comunicar mejor, implicarnos en esto y debemos hacerlo de forma masiva”, añade.

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