Son tiempos de escasez y la ley de Subsistencias y varias disposiciones ministeriales posteriores, autorizan el tránsito de harinas por todas las provincias españolas con la única condición de que en el destino no haya las existencias necesarias.

A principios de junio de 1917, FARO informaba que "carros cargados de sacas de harina salen diariamente de Vigo y otros pueblos de la provincia, para Tuy, La Guardia, San Miguel de Oya, etc. No son para los habitantes de esos puntos, sino para aprovechados acaparadores que en esos pueblos existen, para enviarlos luego a Portugal, valiéndose del contrabando".

De no evitarse con mano dura el contrabando, decía, "llegará un momento en que las harinas no sufran solamente mayor elevación del precio que actualmente tienen, sino que hasta se carezca de tan indispensable artículo. Y entonces sería tarde para poner remedio a tan grave mal que nos amenaza".

Y esa situación fue la que provocó los sucesos del cinco de junio, cuando cerca de las seis de la tarde pasaban por la Puerta del Sol tres carros cargados con sacas de harina. "Llevaba cada carro unas veinte sacas. Varias mujeres en actitud violenta se pusieron delante de los carros, pretendiendo que no saliesen de la ciudad".

El grupo de mujeres fue aumentando, con otras y algunos hombres y la actitud de los grupos no era tranquilizadora. Se presentó entonces en la Puerta del Sol el alcalde accidental Sr. Lago Cordero, dando orden para que los carros volviesen a los almacenes.

El público pidió que la harina "fuese llevada a la Casa Consistorial y dos de los carros los condujeron entonces a la Plaza de la Constitución. En aquel momento, algunos hombres subieron al carro que quedaba y que iba a seguir el camino de los otros dos, y arrojaron las sacas al suelo".

Entonces, "las mujeres comenzaron acortar las sacas y en delantales, pañuelos y vasijas, a llevarse la harina. Varios muchachos y hombres llevaban también sacas enteras. En menos de diez minutos no quedó harina alguna en aquel lugar".

Mientras esto ocurría, "otros grupos asaltaban los carros que llegaron a la Plaza de la Constitución, y toda Ia harina que allí había fue también llevada". De los grupos salieron voces de ¡al muelle¡ "y allí marcharon en la misma actitud tumultuosa".

Ante la situación, el gobernador civil se dirigió al despacho del alcalde y ordenó que saliera la guardia civil, a fin de que el motín no adquiriese mayor intensidad y fuerzas de Caballería e Infantería marcharon entonces al Arenal, a donde antes se habían dirigido los grupos.

A la segunda rampa estaba atracado el balandro Marín con 150 sacas y despachado para La Guardia. Los grupos entraron en el balandro "y las sacas que allí había corrieron la misma suerte que las anteriores. Solo quedaron en el barco algunas, y éstas deterioradas".

El capitán de la Benemérita Sr. Ferreiro que iba al frente de las fuerzas "rogó a los grupos que se disolviesen y también Ilegó en aquel momento al Arenal, el alcalde Sr. Lago Cordero y tanto éste como el Sr. Ferreiro se esforzaron por aconsejar al público que se retirase pacíficamente. El alcalde prometió que las autoridades tomarían medidas para evitar el contrabando".

Ante la actitud en que el público continuaba, "pues se daban voces de dirigirse a los almacenes, la Benemérita dio algunas cargas con los sables desenvainados, resultando algunas personas ligeramente contusionadas".

Una nueva carga hubo de darse ante los almacenes del Sr. Maestú "donde se estacionaron dando gritos y silbidos algunos grupos. Algunos heridos fueron atendidos en la Casa de Socorro. A las ocho y media de la tarde todo había terminado, pero algunos guardias patrullaron durante la noche por la población".

Más sucesos

Al día siguiente se reprodujeron los sucesos. "Poco antes de las ocho se reunieron frente a la estación del ferrocarril grupos de mujeres, pues cundiera la voz de que allí había harina destinada a la fabricación de galleta que la panadería La Espiga de Oro exportaba a Portugal".

Los grupos siguieron a tres carros que con harina se dirigieron a La Espiga de Oro "y al llegar próximos a esta panadería, fueron asaltados por la muchedumbre, y desvalijados".

Después los grupos entraron en la estación, "y como obedeciendo a una consigna, se dirigieron a una pila de sacas que fueron arrastradas hasta el patio exterior. La harina desapareció en pocos momentos, siendo llevada por las mujeres en delantales, cestas y sacos pequeños".

Inmediatamente llegaron a aquel punto parejas de la guardia civil de caballería e infantería, despejando aquellos lugares.

El público, que había aumentado, "se estacionó en las calles de Alfonso XIlI y Lepanto y sobre el terraplén de la estación y desde este sitio, fueron lanzadas piedras contra la Benemérita, y los guardias hicieron ademán de disparar. Los grupos comenzaron a correr en distintas direcciones y la Caballería efectuó varias cargas, especialmente en la calle de Urzáiz".

El alcalde Sr, Lago Cordero llegó cerca de las diez al lugar donde se desarrollaban estos sucesos "y arengó a los grupos rogándoles que depusieran su actitud levantisca para evitar lamentables represiones. Dispuso el alcalde que se retirase la mayor parte de la fuerza, quedando solamente la necesaria para custodiar la estación, y dos parejas de caballería en Urzáiz".

Nuevos intentos de asalto a fábricas de pan y galletas que se saldaron con un total con 33 detenidos

Tras los sucesos se reunió la Junta provincial de Subsistencias "acordándose prohibir la salida de harinas de Vigo, con destino a los pueblos de la frontera, hasta nueva orden".

Pese a ello y a media tarde, "cuando todo se creía apaciguado, comenzaron a formarse grupos ante las fábricas de pan y galleta que hay en el barrio de Casablanca".

Alguien hizo circular la voz de que los Industriales allí establecidos hacían galleta para exportar a Portugal.

Los grupos fueron en aumento, y a no ser por la presencia de la Guardia civil, los dos establecimientos hubieran sido asaltados. Varias personas lanzaron piedras contra la benemérita, y los guardias de caballería dieron cargas, resultando varios de los amotinados con heridas y contusiones.

Ante la situación llegaron más fuerzas de la Benemérita y guardias de Seguridad desplazados desde Pontevedra y Villagarcía, "con órdenes superiores de reprimir enérgicamente los ataques a la propiedad privada, produciéndose cargas con heridos a la altura del puente de San Andrés de Comesaña".

Paralelamente, el gobernador civil Sr. Abundancia prohibió la salida de harina de Tuy hacia Portugal y comenzaron a instruirse diligencias y la policía auxiliada por la guardia de Seguridad con autorización judicial, hizo requisas en varias casas. Las personas que tenían en su poder la harina, una vez comprobado que procedía de los asaltos, han sido detenidos e ingresaron en la cárcel, siendo 33 los detenidos.

Para entender en la instrucción del sumario fue designado por la Audiencia Territorial de la Coruña, juez especial un magistrado de la Audiencia de Orense.