Vigo se adelanta al Gobierno de España en la aplicación de medidas de ahorro energético. El empleo de tecnología LED para iluminar las carreteras que planteó esta semana el ministro de Fomento, José Blanco, no coge por sorpresa a la ciudad olívica. Esta medida, que puede sonar a chino en otros municipios, la testa el gobierno local y la Autoridad Portuaria en varias calles de la ciudad desde hace más de un año. El Concello incluso implantó estas luces de muy bajo consumo en todos los semáforos, lo que le permitió reducir el gasto eléctrico a la mitad. El ahorro económico fue de 70.000 euros.

La reducción de los límites de velocidad para disminuir el consumo de combustible tampoco es nueva en Vigo. Aunque la medida del Gobierno afecta a autopistas y autovías –de 120 km/h se pasará a 110 km/h– el gobierno local lleva años aplicando una pauta similar en el casco urbano. Calles como Policarpo Sanz, Carral, Marqués de Valladares o todo el entorno de Povisa han pasado de 50 a 30 km/h con un doble objetivo: ahorrar gasolina y aumentar la seguridad vial.

Pese a la apuesta de Vigo por las bombillas de bajo consumo –los expertos estiman que los LED ahorran entre un 40 y un 50%– su efectividad para iluminar las calles todavía no ha sido demostrada por los técnicos municipales. De hecho, en las dos primeras en las que las testaron (carretera de Camposancos y Gregorio Espino) el resultado fue negativo. "No cabe duda que este tipo de luz es la que se va a imponer en el futuro y por eso apostamos por ella. Sin embargo todavía es muy cara como para amortizar su coste. Las dos que probamos eran de las de menos potencia, que son más asequibles, pero insuficientes para iluminar bien una calle desde báculos de más de siete metros de altura como hay en estos dos viales", explican fuentes oficiales de Vías y Obras.

El mismo problema se topó la Autoridad Portuaria que, al igual que el Concello, prueba este sistema en Beiramar. "La intensidad de luz está bien, pero se han descartado porque los LED todavía no están suficientemente desarrollados para iluminar desde tanta altura", señalan.

"Una luminaria normal cuesta unos 400 euros; la misma, pero en LED, puede superar ahora los 2.000. Es cierto que consumen la mitad, no requieren de mantenimiento y su vida útil puede llegar a ser de 14 años frente a los 5 de las otras", apuntan desde el departamento municipal de Electromecánicos.

Pero el fracaso de los LED en las farolas de más de siete metros de altura no frena al Concello, que inició ya las pruebas en otras dos calles con báculos más bajos: Lugo, donde ya se instalaron ocho; y Mestre Montes, en la que se colocarán seis. Además, instaló farolas con energía minieólica en Manuel Cominges; y probará otras con placas solares en el centro.

El Concello ahorró suficiente energía desde 2008 como para iluminar Bouzas y Coia durante un año. Este logró se fraguó gracias también a otras medidas como el empleo de relojes astronómicos que calculan la hora de salida y puesta del sol para encender y apagar automáticamente el alumbrado.