Miguel Font considera a Aproin “como un hijo”. Participó en su creación y ahora, tras 17 años en el cargo, hace un “paréntesis” en su vida profesional. “No me voy ni enfadado ni nada. Cobraré el paro y la indemnización y ya veré a qué me dedico”, confiesa.

-¿Tan mal está el sector para provocar su marcha?

-Pues sí. Si a esto se añade que bajó el número de asociados, que muchos de estos lo están pasando fatal, y que las ayudas externas se reducen, al final hace que no puedas aprobar el presupuesto. Y para salvar la situación y que esto siga funcionando, que no sufra más y su, había que sacrificar la partida más importante, que era mi sueldo de gerente.

-¿Cuánto descendió ese número de afiliados?

-En año y medio, pasamos de 105 a 70, y algunos con muchos problemas para pagar la cuota. Y eso que se han bajado las cuotas para que puedan pagar.

-¿De qué manera seguirá vinculado al colectivo?

-Como consejero en la Junta, y asesor, lo que pasa es que ahora yo paso al paro y tampoco puedo tener una actividad remunerada. Pero es que casi monté yo la asociación y es como un hijo, por eso nunca les dejaré solos.

-Podría regresar cuando se recupere el sector.

-Sí, pero esta situación es gordísima, con una recuperación muy difícil al menos a medio plazo. Es un sector que ha sido absolutamente abandonando y si aun por encima hay personas como el presidente del Gobierno que carga contra nosotros refiriéndose al “sector del ladrillo”, y los bancos tampoco están por la labor de dar préstamos, y parece que a nadie le importa, pues no ayuda nada a recuperar esto. Y es que parece que nadie se da cuenta de que nosotros somos la punta de la pirámide. Porque detrás hay arquitectos, aparajeados, electricistas, ...

-¿Quién asumirá sus funciones?

-Se ha decidido involucrar a más a gente de la Junta en el funcionamiento y el asesor jurídico, Carlos Coladas dirigirá una secretaría técnica nueva para asumir mis funciones. Ha sido una decisión difícil para todos, para mí el primero. No es que saliera la decisión de mí, pero yo al llevar las cuentas de la asociación sé bien cómo está. Y prefiero que antes de que se vayan las personas que trabajan allí dentro, me voy yo y ya está: aguantaré con el paro y la indemnización. Pero no me voy ni enfadado ni triste. Y no me voy a jubilar porque lo tomo como un paréntesis en mi actividad.