La cumbre hispano-lusa que durante dos días se ha celebrado en Vila Real (Portugal) ha concluido con el blindaje de la fecha, ya prevista por otra parte, para la entrada en servicio de la línea electrificada entre Vigo y Oporto que permitirá reducir la duración del trayecto de las algo más de dos horas que se necesitan ahora a 90 minutos. Los nuevos trenes comenzarán a operar a finales del año 2019, poniendo así fin a una demanda con quince años a sus espaldas. "Tras realizar una evaluación del estado de ejecución de los proyectos, podemos confirmar que en 2019 estará terminado y totalmente electrificado todo", declaró el primer ministro de Portugal, António Costa, con el presidente español, Mariano Rajoy, a su lado, en la clausura de la cumbre que reunió a quince ministros de los dos países. La electrificación llega cuando ya hay otra demanda más ambiciosa encima de la mesa lanzada por la Xunta, que es convertir este corredor en una línea de altas prestaciones a partir de 2020 y dar continuidad al Eje Atlántico. Pero esta reivindicación que el Gobierno gallego pretendía incorporar a la cumbre, al igual que la conexión de Galicia con el Corredor Atlántico ferroviario para dar salida hacia Europa de los contenedores marítimos, no entró en la agenda. Ambas demandas quedaron fuera.

El plazo del tren Vigo-Oporto venía de lejos y ayer se oficializó su entrada en servicio en 2019. Esa confirmación de la fecha se plasmó en una declaración de intenciones firmada por el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, y el de Planeamento e das Infraestruturas, Pedro Marques, que incluye también la puesta en marcha del corredor Sines-Madrid (sin fecha) y Aveiro-Salamanca en 2021, un trayecto que está pendiente de electrificar en su totalidad en la parte portuguesa. "Es muy importante el esfuerzo que hemos hecho en el ferrocarril, pues permitirá una reducción de los tiempos para los pasajeros y las mercancías y mejorar la competitividad", añadió Mariano Rajoy.

Posteriormente, en un aparte de la cumbre, el ministro luso Pedro Marques precisó que en 2018 se completará la electrificación del tramo entre Nine y Viana (43,6 kilómetros que están en obras) y que al año siguiente se concluirá la puesta al día de la línea entre Viana y Valença do Minho, que se encuentra en fase de licitación. Las obras, además de la instalación de la catenaria, suponen la renovación del balasto y el refuerzo de túneles y taludes, pero no la corrección del trazado, que seguirá siendo exactamente el mismo.

Por su parte, Íñigo de la Serna informó que la electrificación de la parte española, un tramo de 8 kilómetros entre la frontera portuguesa y Guillarei (Tui), se realizará en 2019.

Ahora cuando la electrificación ya no tiene vuelta atrás, hay una nueva demanda sobre la mesa. La Xunta pretende que a partir de 2020, cuando se inicie un nuevo periodo presupuestario de la UE, esta línea se convierta en una de altas prestaciones para recortar el trayecto otra media hora y dejar el viaje entre Vigo y Oporto en una hora. Según había avanzado el 15 de mayo el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, tras la reunión de la Comunidad de Trabajo Galicia-Norte de Portugal, el Ejecutivo gallego trasladó al Gobierno central esta propuesta para que fuera incluida en la cumbre , pero el ministro de Fomento indicó, en declaraciones a este medio, que no era el foro adecuado.

La Xunta también quería un pronunciamiento sobre la conexión con Portugal con un gasoducto -que sería la tercera entre ambos países de este tipo-, pero la referencia que salió de la cumbre es el anuncio de Rajoy de que este año los dos países cerrarán el acuerdo sobre el Mercado Ibérico de Gas Natural para ofrecer energía a costes más baratos con los que reforzar la competitividad.

En cuanto a las comunicaciones por carretera, acordaron firmar en breve el Convenio para rehabilitar el Puente Internacional viario-ferroviario sobre el río Miño, entre Valença do Minho y Tui.

Los ministerios de Exteriores de ambos países firmaron el tratado por el que se establece la línea de cierre de las desembocaduras de los ríos Miño y Guadiana, un acuerdo "particularmente relevante" dado que al definir el límite que separa las aguas interiores del mar territorial y las áreas internacionales de los dos ríos, delimita las fronteras marítimas de los dos países y ofrece mayor seguridad jurídica, además de determinar la zona económica exclusiva.