Los devastadores efectos de la doble recesión y la lenta recuperación de la economía avivan el debate de las cada vez mayores desigualdades sociales. Que son evidentes. El mundo se divide ahora entre los que tienen y los que piden, separados por una distancia abismal, intocable a cualquier crisis. Pese a que tampoco los millonarios sean ajenos a ella. La declaración del Impuesto del Patrimonio, protagonista también de la crisis con su recuperación a partir de 2011 -cuatro años después de que el Gobierno optara por una bonificación total al amparo de los tiempos de vacas gordas- es una buena fotografía de esa otra parte de la sociedad, que en Galicia comprende a un total de 7.090 personas. Aquellas obligadas a tributar porque su base imponible supera los 700.000 euros o los dos millones en bienes. Una media cada uno de 3,584 millones, hasta sumar 25.413 millones de euros, el equivalente a la mitad del Producto Interior Bruto (PIB) autonómico, según, precisamente, el primer informe de la Agencia Tributaria sobre el gravamen tras su reactivación.

Los declarantes gallegos sujetos al Impuesto del Patrimonio representan tan solo el 0,26% de la población en la comunidad. Al margen de los rendimientos por trabajo y rentas, porque ellos también presentan IRPF, en 2011 desnudaron ante Hacienda el resto de su bolsillo, que aporta alrededor del 6% del valor de las propiedades en el conjunto del Estado, donde la cantidad se dispara a 430.668,5 millones de euros. Estos datos, que la Agencia Tributaria acaba de publicar, no pueden compararse con los ejercicios anteriores en los que la tasa estaba en vigor para analizar el impacto del pinchazo económico a partir de 2008 porque las reglas de la declaración cambiaron.

Antes, el umbral de la contabilización era menor. Todo aquel con una base imponible de Patrimonio por encima de los 108.000 euros o activos de más de 600.000 euros tenían que fiscalizarlos. Por eso, el número de declarantes en el ejercicio de 2007 en Galicia alcanzó los 53.009 y el importe 37.502,3 millones de euros. Lo que sí demuestra el examen entre los dos años es que dentro de las fortunas gallegas hay un selectivo grupo que es aún más acaudalado que el resto. La modificación del gravamen redujo un 87% los individuos forzados a rendir cuentas, mientras que el patrimonio total solo cayó un 32%.

En ese porcentaje se mueve también el resultado de la declaración. Las deducciones y bonificaciones permitieron no pagar a casi 500. Otros 6.598 abonaron 50,583 millones de euros, a razón de una media de 7.666 euros.

Más mujeres, 3.624, que hombres, 3.466. Pero ellas son un poco menos ricas, con 3,222 millones cada una y un total de 11.676 millones, frente a la media de 3,963 millones entre ellos, que juntan 13.736 millones. Lo habitual en el Impuesto de Sociedades, y que los expertos siempre achacan al hecho de que haya parejas con los bienes a nombre de la mujer para salvaguardarlos en caso de problemas.

Capital en empresas

Esa instantánea de los grandes patrimonios gallego revela, además, una cartera engordada a base de acciones en empresas. El 43,1%, alrededor de 11.000 millones de euros, son capital de compañías que no cotizan. Otro 21,3%, más de 5.400 millones, son títulos de sociedades presentes en el parqué. En ambos casos, la incidencia de la crisis pudo haber sido notable, tanto por el deterioro empresarial generalizado y el desplome de beneficios, con la correspondiente caída del valor de sus acciones, como por los números rojos en los que durante muchos meses se movieron las principales bolsas mundiales.