Que el comportamiento de un alumno de Primaria, de 6 a 12 años, acabe en expediente disciplinario porque las vías previas para controlar y reorientar su conducta a esta edad "tan precoz" no funcionan es, sin duda, "muestra del fracaso del sistema, es decir, que el propio alumno es víctima de un conglomerado de agentes que no tiene éxito, y eso es un estigma prematuro para el futuro del estudiante". Que es "muy triste" y que "no se debería llegar a esos términos", de alumnos de 9 años con castigos administrativos de disciplina tramitados hasta el final, coinciden desde portavoces del profesorado, de los padres y expertos en Pedagogía.

"Está claro que algo falla y cada uno de nosotros tenemos nuestra parte de culpa; deberíamos reflexionar porque la responsabilidad es compartida", aseguran de antemano, antes de profundizar en el tema de los expedientes prematuros, los protagonistas de la comunidad educativa consultados. "No es una tarea fácil, es muy delicada. Requiere tener la sensibilidad suficiente como para llegar a las familias y alcanzar una solución entre todos; en el fondo, el niño es el eslabón más débil", argumenta Xosé Antonio Pardo Cuñarro, portavoz de la Xunta de Directores de Primaria.

El Defensor del Profesor hizo públicos los datos de expedientes disciplinarios durante el curso pasado: 757 en total, la mayoría en Secundaria y, en concreto, 26 en Primaria; casos que llegan a dirección y al departamento educativo de la Xunta en forma de expediente. La propia figura del Defensor del Profesor y sindicatos educativos consideran "alarmante" el hecho de que existan expedientes a estas edades, independientemente del número que, por curiosidad y a modo de tendencia, descendió el curso pasado, con tres menos que en el anterior. Aunque son pocos los casos, y el nivel de conflictividad escolar en Galicia sea muy inferior al de otras comunidades autónomas, sí es cierto que a edades tempranas se detectan conductas atípicas, con actitudes desafiantes y amenazantes del alumno hacia el profesor. Contadas pero existen. Según Pardo Cuñarro, "no necesariamente son alumnos con problemas en casa de núcleos desestructurados; también se dan casos, por el tipo de sociedad actual en el que todos estamos y somos cómplices, de actitudes un poco sobradas, que utilizan el respaldo de padres para desafiar, a veces incluso tiene que ver con la sobredotación, con mucha capacidad y actitud negativa hacia el aprendizaje que pueden llegar a ser líderes entre sus compañeros", expresa el docente.

Pero la responsabilidad no es achacable ni a la familia solo ni a los profesores solo, "que a veces tienen muchas presiones", sino que debería ser un trabajo conjunto. Y no deja de estar vinculado, según Cuñarro, al prestigio o desprestigio del docente.

Tanto Pardo Cuñarro como Bertila Fernández, portavoz de Foanpas, aseguran que antes de llegar al extremo del expediente "tendría que haberse aplicado el plan de convivencia del que dispone cada centro". Mediante este programa de intermediación, se detectan actitudes complicadas en clase e intentan atajarse antes de que se llegue a algo más complicado de resolver, como puede ser un desafío, amenaza, insulto o agresión. "Sería ideal no tener que llegar a los términos del expediente si el plan de convivencia se trabajase bien", añade Fernández.

"Supongo que será en casos extremos, muy complicados; en los que las familias no cooperen con el centro; desde luego es fundamental corregir esas conductas desde el ámbito familiar", comenta Jorge Villarino, portavoz de las ANPAs de los colegios concertados. Para el presidente de la Asociación de Pedagogos de Galicia, José Manuel Suárez, casos prematuros desafiantes "siempre ha habido". "La cuestión es que ahora la demanda no se socializa, porque somos mucho más individualistas; hay una desautorización del profesor en esa actitud y eso hay que pararlo cuanto antes mejor porque si no el menor sigue y sigue", concluye Suárez.