Aunque el peso de Novagalicia es inmensamente mayor que el resto de operadores en el mercado financiero de la comunidad, con una cuota que incluso sobrepasa el 40% en el caso del ahorro, lo que ocurra con el resto del sector ante los momentos convulsos que está viviendo influye también directamente en el negocio aquí y la red comercial. La tijera a las plantillas y sucursales ligadas a la actividad no es exclusiva, pues, del ajuste derivado de la fusión de las dos cajas gallegas, ahora ya bajo la fórmula de un banco. Entre todas las entidades de crédito y las firmas aseguradoras, estrechamente vinculadas y una única categoría económica a efectos de las estadísticas oficiales, la caída en la ocupación desde el arranque de la reestructuración motivada por la crisis roza ya los 6.000 puestos de trabajo. La reducción de capacidad de la que habla, y pide constantemente, el Banco de España para adaptarse a la nueva realidad. Un descenso, de los más elevados en toda España, que se lleva por delante una quinta parte de los empleos.

El volumen actual de trabajadores ligados a las actividades financieras y de seguros en Galicia se situó al cierre del tercer trimestre en 20.800, según la Encuesta de Población Activa (EPA). La cifra más baja de los últimos cuatro años, sin tregua además en el recorte. En junio de 2009, cuando arranca la revolución en el sector, especialmente entre las entidades de ahorro tras la intervención de Caja Castilla-La Mancha, el número de ocupados ascendía a 26.700. El máximo recogido en la serie histórica de la EPA.

La variación en el personal camina en paralelo al cierre de oficinas. Tres datos que hablan por sí mismos: las 2.511 sucursales que funcionaban en Galicia cuando acabó 2008 y los síntomas de la crisis estaban todavía lejos de acercarse a todo lo que vino después se convirtieron en 2.395 en marzo de 2010 y en 2.249 a finales de julio del actual ejercicio, según el Banco de España. Es decir, una disminución de 262 en casi tres años.

El desplome en la ocupación en el conjunto del Estado afecta a más de 26.000 trabajadores, lo que supone un 5,5% menos, hasta los 450.600, en comparación con ese segundo trimestre de 2009. La caída se duplica si echamos la vista un año atrás más, a 2008, cuando el sector inició un tímido ajuste liderado en aquel momento por los bancos. Las plantillas entonces sumaban 518.100 trabajadores, un 13% más de los que ahora pertenecen al sistema financiero y compañías de seguros.

Evidentemente, la merma es más fuerte en los procesos concretos de fusión entre entidades. La última actualización de la situación de la reestructuración financiera del Banco de España, con datos a septiembre, recoge que la reducción media de plantillas en cajas integradas roza el 17% y la de oficinas supera incluso ese porcentaje. Antes de iniciarse los movimientos, las reducciones eran del 4% y el 5%, respectivamente. Solo en prejubilaciones, las diez operaciones inicialmente previstas –todas completadas, a excepción del matrimonio de la CAM, intervenida, con los socios que forman ahora Liberbank– contemplaban una reducción de casi 12.900 trabajadores y la clausura de 2.717 sucursales. A eso hay que añadir los retoque que están llevando a cabo también los grandes bancos, que, con excepción del Popular –futuro propietario del Pastor–, han estado hasta ahora al margen del nuevo mapa financiero, pero con la misma necesidad de reformular su entramado para ganar eficiencia y aliviar costes.