Grecia está al borde de quebrar e incluso de convertirse en el primer país del euro en tener que abandonar la moneda única, según la lectura que ayer hicieron los inversores en los mercados sobre la situación del estado heleno. Su Gobierno ha reconocido que sólo tiene dinero para pagar los salarios públicos y las pensiones durante un mes y apremió a sus rescatadores –la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)– a liberar una nueva entrega (8.000 millones) del préstamo aprobado en mayo de 2010. La perspectiva de una quiebra, que los gobernantes griegos y las instituciones europeas trataron de descartar ayer en sus manifestaciones públicas, hundió las bolsas y penalizó sobre todo a la gran banca de Alemania y Francia, principal acreedora de Atenas junto al sector financiero griego.

"No daremos la satisfacción a aquellos que apuestan por la quiebra de Grecia ni a los que hacen escenarios imaginarios de la salida de Grecia del euro", declaró ayer Yorgos Papandreu, presidente de un país cuya anemia económica se ha agravado por el impacto de los duros ajustes fiscales (subidas de impuestos y recortes del gasto público) a los que está condicionada tanto la entrega del dinero aprobado hace más de un año como el nuevo proceso de auxilio perfilado el pasado 21 de julio por el Eurogrupo.

La economía griega está decreciendo a un ritmo interanual superior al 7%, sin capacidad para cumplir los objetivos de recorte del déficit. El domingo, el Gobierno improvisó la creación de un nuevo impuesto inmobiliario (el pago de cuatro euros por cada metro de vivienda o solar) para recaudar 2.000 millones y tapar uno de los agujeros que tienen las cuentas griegas. Serán examinadas en los próximos días por la llamada "troika" (la Comisión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo), que debe certificar si el país está al corriente de los ajustes y reformas comprometidos y si recibirá el tramo del rescate de 8.000 millones previsto para octubre.

Sin ese dinero, Grecia camina hacia una bancarrota que, según los expertos, puede tener gravísimos impactos en el resto de la zona euro y provocar un caos doméstico de impredecibles consecuencias. El secretario de Estado de Finanzas, Filipos Sajinidis, desveló ayer que la liquidez de que dispone el estado llega para pagar los sueldos de los funcionarios y las pensiones únicamente hasta octubre.

El mercado secundario de deuda ya descuenta la quiebra. Un dato: el interés que los inversores se piden unos a otros por los bonos griegos a un año supera el 100%. Y las tensiones alcanzan a España e Italia. Pese a la intervención del Banco Central Europeo (BCE), que ha intensificado la compras de bonos para auxiliar a ambos países (invirtió 14.000 millones la pasada semana), la prima de riesgo de España subió 27 puntos, hasta los 364. La italiana superó los 370.

La Comisión Europea negó ayer que esté trabajando sobre un escenario de posible quiebra de Grecia. Su portavoz de asuntos económicos, Amadeu Altajaf, rechazó esa hipótesis y destacó el compromiso del Gobierno griego de cumplir los ajustes y reformas comprometidos. El mensaje fue el mismo desde el Banco Central Europeo (BCE). Su presidente, Jean-Claude Trichet, dijo estar convencido de que Atenas cumplirá lo pactado con la UE, que incluye un draconiano programa fiscal y de privatizaciones.

La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, mantuvieron ayer un encuentro tras el que, mediante un comunicado, apremiaron a todos los países de la eurozona a ratificar, antes de que concluya el mes de septiembre, el nuevo mecanismo de rescate europeo, el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF por sus siglas en inglés). La reforma de ese fondo fue aprobada el 21 de julio por la cumbre de líderes europeos como instrumento de defensa del euro, pero aún está pendiente de aprobar por cada país.

Nada trascendió sobre si Merkel y Barroso abordaron la cuestión de una posible quiebra griega. Alemania se está preparando para esa eventualidad, según la prensa germana, considerando tanto la hipótesis de una suspensión de pagos ordenada y sin que el país salga de la eurozona como la de que Grecia abandone la moneda única y vuelva al dracma. En ambos casos el sector financiero europeo se expone enormes pérdidas. El economista jefe del banco danés Saxo, Steen Jakobsen, estimó ayer que la banca de la UE necesitaría más de dos billones de euros para tapar el agujero y recapitalizarse.

Tras los bancos griegos, los principales damnificados en un escenario de quiebra serían los franceses y los alemanes, grandes prestamistas de Grecia. De ahí la reacción que ayer se produjo en las bolsas: la gran banca francesa (BNP, Crédite Agricole y Société Générale), amenazada por Moody´s con una rebaja de la calificación crediticia, registró caídas superiores al 10%. Los alemanes Deutsche Bank y Commerzbank cedieron el 7,3% y el 8,3%, respectivamente. París lideró las pérdidas en las bolsas europeas, con un retroceso del 4%. Milán se dejó el 3,9% y Fráncfort, el 2,3%. El ibex 35 español, con una caída del 3,4% está en mínimos desde marzo de 2009.

La banca también encabezó las pérdidas del mercado español. En su conjunto, el valor bursátil del sector financiero europeo está ahora en un nivel similar al que siguió a la caída de Lehman Brothers. El próximo jueves se cumplen tres años de la quiebra del banco estadounidense de inversión, el hito que marcó el inicio de la Gran Recesión. Ahora puede estar a punto de caer un país.