Un golpe de genio de Nolito descongeló ayer al Celta en Anoeta y rescató en el último momento un punto de excepcional riqueza que permite al equipo vigués perseverar en el cambio de tendencia iniciado hace una semana en Balaídos frente al Córdoba. El extremo sanluqueño, puro talento, acudió al rescate del Celta cuando ya nadie espera gran cosa del conjunto de Berizzo, que tuvo que recurrir a todo su arsenal para remontar un partido que su equipo jugó atenazado por la pobreza de recursos y la falta de ideas. Pero después de una noche plomiza, Nolito surgió de la nada para recibir un preciso servicio del debutante Bongonda en el cogollo del área y, a la media vuelta, cruzar el balón lejos del alcance de Rulli, el portero txuri-urdin.

El duende del sanluqueño no oculta los graves problemas con los que tuvo que lidiar el Celta, que se ha quedado sin filo. Poco o nada se parece el conjunto de Berizzo al arrollador equipo que inicio la temporada con ganas de comerse el mundo. Aquel equipo intenso en la presión y fluido y afilado en el juego ha dado paso a un conjunto previsible, atribulado en defensa, y muy poco imaginativo.

El Celta llega pero no pega y tiene mandíbula de cristal. Gana la posesión pero no gobierna en el partido, alcanza el área rival pero le falta y precisión en el último pase y pericia para finalizar las jugadas. Todo eso le pasó ayer en Anoeta, donde los celestes volvieron a pagar un alto precio por sus errores defensivos y la Real Sociedad escenificó un guión demasiado repetido: lo mucho que el Celta necesita hacer para marcar un gol es inversamente proporcional a lo poco que sus adversarios precisan para batir a Sergio.

El cambio de dibujo que Berizzo ha impulsado para canalizar la reacción tampoco mejoró al equipo, demasiado encorsetado y predecible, y sospechosamente blando atrás. Pero el técnico tuvo al menos la virtud de desplegar todo sus recursos ofensivos en busca de la remontada y sus hombres, con mejor o peor desempeño, pueden presumir de no haberle perdido la cara al partido.

El preparador celeste sorprendió al apostar por Álex López para resolver la ausencia de Orellana en el nuevo esquema con el que el equipo retomó la senda del triunfo frente al Córdoba la senda del triunfo. El ferrolano, que entraba en el once desde el compromiso ante el Eibar a finales de noviembre pasado, recuperaba de este modo la titularidad en perjuicio del Tucu Hernández, una solución acaso más natural para servir de enganche entre el medio campo y la delantera. No brilló López como tampoco lo hizo el Celta a pesar de que el conjunto de Berizzo entró en el partido con nervio, presionando en campo contrario la salida de pelota del rival, y no tardó en poner en apuros a Rulli, .

No se habían cumplido cinco minutos de partido y el Celta dispuso de una triple ocasión para tomar ventaja en el marcador. Mina, muy activo por la derecha, no llegó primero a un balón filtrado al área chica por Krohn-Dehli y, en el rechace de la jugada, Nolito envió fuera un buen servicio de Álex López. Apenas un minuto después, tras recuperar de nuevo el Celta el balón, Fontás, en posición de fuera de juego no señalada por el árbitro, envió el balón alto.

Pero la salida en tromba del Celta resultó engañosa y la Real, sin hacer gran cosa, enseguida sacó los colores al conjunto de Berizzo, que regaló el primer gol. La jugada se inició con una pérdida de balón de Krohn-Dehli. Granero robó la pelota, corrió la banda y bombeó un balón al área al que no llegó Sergi Gómez, incomprensiblemente petrificado, y que Xabi Prieto, sin oposición, peinó hacia Agirretxe, el más listo de la clase, que fusiló a Sergio en boca de gol. Un error de calado, que obligó al Celta a navegar contra corriente durante casi todo el partido. Los celestes, con todo, cortejaron el empate no mucho después con un buen cabezazo de Mina que se perdió por la línea de fondo tras un saque de esquina botado por Nolito.

Aunque Sergio evitó el segundo de la Real Sociedad al sacudirse de encima con una gran intervención otro potente remache de Agirretxe tras un gran pase del Chory Castro, los dos equipos se repartieron hasta el descanso el dominio de la pelota sin generar peligro. Antes del intervalo, el Celta piso con frecuencia el área txuri-urdin aunque sin opciones de armar el disparo. Apenas Santi Mina, que volvió a firmar un interesante encuentro, obligó a emplearse a fondo al portero argentino de la Real Sociedad con un intencionado remate.

El dominio de los celestes se acrecentó tras la reanudación, favorecido por la falta de ambición del conjunto de David Moyes, que parecía encontrarse cómodo administrando su corta ventaja. Berizzo decidió tomar cartas en el asunto y comenzó a acumular efectivos de ataque: primero Bongonda suplió al desangelado Sergi Gómez; más tarde Charles entró por Álex López y finalmente Pablo Hernández por Santi Mina.

La entrada del joven delantero belga resultó a la postre clave, aunque el juego del Celta no mejoró necesariamente con cinco delanteros. La pelota se estrellaba contra un muro pero el Celta no cejaba en el empeño y acabó encontrando el camino del gol cuando nadie lo esperaba en una jugada coral, tras un pelotazo que Larrivey controla en el balcón del área y la deja con el pecho para Charles, que se la entrega a Bongonda en el pico del área. El belga levanta la cabeza y filtra la pelota hacia Nolito que, a la media vuelta, cruza un balón imposible para Rulli. Un gol completamente inesperado que curiosamente revolucionó los minutos finales de partido, que se volvió alocado, de ida y vuelta, pero sin tiempo ya para que se moviese un marcador que hay que dar más que por bueno. Al fin y al cabo, el Celta suma un punto en un campo tradicionalmente aciago y mantiene el cambio de tendencia tras firmar un partido con más sombras que luces.