Pescado y flota se esfuman de Galicia

Cerca de 80 cerqueros gallegos se desplazan al Cantábrico a por anchoa al no poder capturar caballa, sardina y jurel

“Si los barcos no pescan, la gente no gana y escapa”, evidencian los pescadores

Pescado y flota se esfuman de Galicia

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El Novo Coral se estrenó esta semana en el arte del racú y lo hizo como el barco más joven de toda la Ría de Vigo. Propiedad del redondelano Berto Núñez, la nueva construcción partió a la mar a las siete de la tarde y regresó a las cuatro de la mañana, después de realizar dos lances en los que solo logró extraer dos cajas de xouba. No falló el tiempo; tampoco las redes o la maña de los marineros que, a bordo de este buque de 12 metros de eslora, completaron su primera jornada laboral con cierto sentimiento de impotencia. La escasez de pescado pelágico está a la orden del día, no es casual, y la dificultad de encontrar especies como la sardina se extiende a toda la flota.

Esta problemática ya la han expuesto en repetidas ocasiones desde el sector, pero lejos de desaparecer parece agravarse. Conforme indica en declaraciones a FARO el gerente de la Asociación de Armadores de Cerco de Galicia (Acerga), Manuel Suárez, la mayoría de los cerqueros gallegos se han desplazado a la pesquería del norte para esquivar esta carestía. Son cerca de 80 los que están faenando en aguas del Cantábrico, cuando lo normal es que por estas fechas rondaran el medio centenar. “Vemos que hay más cantidad que otros años”, explica. “La costa aquí está seca”.

A ojos de los pescadores consultados por este periódico, no hay una razón concreta a la que obedezca este fenómeno. Pero algo está claro, se trata de una tormenta perfecta. Por un lado, por la situación de la sardina, con menor stock disponible que el ejercicio pasado y los anteriores, un tope de 2.500 kilos al día, aquellos que son buenos, y el añadido de que los malos se trabaja casi a pérdidas. Por el otro, la situación de la caballa, casi invisible esta temporada; o el paro del jurel, cuyas capturas no están permitidas por la importante reducción que ha sufrido su biomasa.

“Lo que está claro es que las condiciones ambientales no son las óptimas para el engorde de la especie, ni para que se desarrolle ni para que crezca. Hay algo que está pasando pero no sabemos lo que es”, destaca Suárez sobre el papel que pueda estar jugando el cambio climático. Si se tiene en cuenta que en Acerga hay 107 barcos asociados y 80 se encuentran en el Cantábrico, entre Asturias y País Vasco, únicamente una cuarta parte del total permanece en estos momentos en la comunidad autónoma.

Uno de esos profesionales que todavía están en aguas gallegas es José Saavedra, del Colomba Tercero. “Somos de los pocos que quedamos aquí, todo el mundo se fue”, reconoce, admitiendo que este martes, por ejemplo, no lograron pescar. “Normalmente se está pescando algo, pero no los barcos pequeños. Son los que más están sufriendo, no se defienden con las cuotas que hay”, agrega. Ante este complejo panorama, defiende la necesidad de que el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación despliegue de una vez los apoyos precisos para reequilibrar e la flota de acuerdo a las posibilidades pesqueras disponibles. “Lo que necesitamos, ya desde hace tiempo, es desguazar”.

"No queremos ayudas, queremos pescar"

La situación es insostenible en el mar –el ejemplo más práctico es que a mitad del pasado mes una veintena de embarcaciones pontevedresas con artes distintas al arrastre y el cerco renunciaron a capturar caballa por la dificultad para encontrarla– y se siente ya en tierra –la escasez de pelágicos llega a los almacenes frigoríficos, que en la comunidad autónoma están trabajando al 40% y advierten que de seguir así no aguantarán–. Mientras esto ocurre, buques como el Agarimo Dous, en el que faena Juan Pascual, se han desplazado al Cantábrico para tratar de capear el temporal. “Hemos venido para aprovechar la campaña de la anchoa”, comenta. “Hace años a lo mejor en Galicia te defendías bien y no subías, pero ahora es imposible”, remarca.

“Los biólogos dicen que los pescados buscan aguas más frías, más profundas, pero los aparatos que tenemos nos dicen que la temperatura del agua está en condiciones normales. Incluso está más fría de lo que años pasado estaba”, añade. Pascual, que considera que la falta actual de capturas responde a un “cambio de ciclo” como otros que ha habido y también se han superado, rechaza el apoyo a la parálisis de la actividad por medio de subvenciones. “¿A mí de qué me vale recibir una ayuda si no me dejan pescar? ¿De qué valen subvenciones para mejorar los puertos o las lonjas si no se puede pescar?”, se cuestiona. “Yo con la subvención no vivo. Si los barcos no pescan, la gente no gana y escapa”, remata.

No es la única voz que incide en esta cuestión e incluso critica a la Administración por actuar “tarde, mal y arrastro” con el paro del jurel. “No es normal que en 50 años no restrinjas el chicharro, si es que cada vez hay menos, y de golpe y porrazo lo hagas”, señala otro profesional del mar. Es Manuel Casal, del Faro Sisargas, otro de los cerqueros gallegos que se han desplazado al Cantábrico en busca de anchoa para intentar sobrevivir. A su parecer, “no se puede cortar de raíz esta especie”, que en su caso suponía un 70% de la facturación anual.

“Hasta entonces la flota estaba trabajando tranquila, había gente que estaba haciendo barcos y que ahora está muy empeñada”, subraya. “Que te saquen todo… Imagínate el daño que nos hicieron a nosotros y a toda la flota en general”, apunta asimismo. Desde el sector el mensaje es unánime y recalca que “la gente no quiere ayudas, quiere pescar”. “No se trata de que haya ayudas, se trata de poder pescar”, abundan más fuentes consultadas por FARO, que recuerdan que la falta de barcos también puede influir en las capturas. “Encontrar pescado en el mar no es salir y verlo, hay que buscarlo. Tres barcos cubren menos con sus sonares que 60, igual hay pescado pero no se está llegando a él porque no lo descubrimos”.

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